Buenas tardes...
Interesante artículo el que me he encontrado sobre las Rabietas de los niños. Creo que en algún momento he puesto alguno sobre este tema, pero éste me ha parecido muy concreto y con alguna solución que seguro nos puede valer, otra cosa es llevarla a la práctica.
En relación con el artículo y el autor, os dejo también el titulo de un famoso libro suyo : "El cerebro del niño explicado a los padres". Tiene buena pinta.
Espero que os guste.
Los 5 “SI”es y los 5 “NO”es para ayudar al niño a superar una rabieta
Gritar a un niño que está experimentando una rabieta o intentar controlarlo
a base de enfados es tan poco eficaz como enfadarse con un recién nacido que
se ha hecho pis encima. El niño que se enrabieta no lo hace por voluntad, sino
precisamente por todo lo contrario; las estructuras cerebrales que permiten
dominar sus emociones todavía no están lo suficientemente desarrolladas.
El niño, no es capaz de controlar la frustración por si solo (por más que
sus padres, le griten, ridiculicen o le amenacen). La rabieta es algo normal y
natural en su desarrollo. Por eso la labor de los padres no consiste en
exigir al niño que se controle solo (porque no puede) sino ayudarle a
calmarse, a entenderse y a superar su frustración.
No todos los niños tienen rabietas, ni a todos les duran lo mismo, ni les
ocurren con la misma frecuencia. Tampoco todas las rabietas deben acabar con el
niño aceptando la negativa de los padres. En ocasiones, si la petición es
legítima, los padres pueden ceder (el niño también debe aprender que la queja y
la persistencia, en ocasiones, tiene su premio). Para las situaciones en las
que decidas mantenerte firme en una decisión, debes saber que no hay
fórmulas mágicas para detener las rabietas. Sin embargo, sí hay cinco actitudes de los padres que
pueden ayudar al niño a calmarse, ayudándole a superar el mal rato y aprender a
tomar control sobre sus emociones y otras cinco actitudes que pueden provocar
precisamente el efecto contrario. Por desgracia, muchos padres suelen
echar mano de las actitudes menos eficaces consiguiendo que la rabieta de niño
cobre aún más fuerza y que se sientan tan frustrados como el propio
protagonista de la rabieta. Para evitar que a vosotros os pase, aquí os dejo
los cinco SIes y los cinco NOes que os ayudarán a trabajar con
vuestros hijos a calmar sus rabietas. Siguiendo estas pautas evitaréis empeorar
las cosas y estaréis ayudándoles a ir adquiriendo control de sus emociones.
NO te tomes la rabieta como algo personal.
SI puedes explicar al niño el por qué de tu negativa
NO pierdas el control ni te enfades con tu hijo.
NO agarres o sujetes al niño
SI puedes dejarle espacio y tiempo para que se exprese libremente.
NO atosigues al niño y le pidas que se calme una y otra vez.
NO le hagas pasar vergüenza
SI puedes reflejar su frustración y enfado utilizando la empatía
SI puedes ayudar al niño a plantearse nuevas alternativas
SI puedes permanecer cerca de él y dejar que se agarre
NO te tomes la rabieta como algo
personal. El hijo es tuyo, pero su rabieta no. No pienses que puedes
controlar su rabieta, porque en la mayoría de los casos no va a ser así. Un
buen objetivo es que no se sienta solo y que se calme algo antes. Exigirte
a ti mismo ser capaz de controlar la rabieta de tu hijo puede hacer que tu
frustración aumente y hacer el problema más grande. Si hay una manera de
solucionar esa rabieta, sin lugar a dudas pasa por que seas capaz de transmitir
tu calma al niño; así que estate tranquilo/a. Saber que el problema lo
tiene el niño y no nosotros suele ayudar a los padres a tomarse las cosas con
más calma.
SI puedes explicar
al niño el por qué de tu negativa. No suele dar un gran resultado porque el
problema no suele venir de que el niño no entienda la situación sino de su
dificultad para dominar sus emociones. Sin embargo, a veces funciona y si es
así es la manera más rápida y tranquila de solucionar la rabieta y por lo
tanto merece la pena intentarlo. El niño y tu os ahorraréis un buen sofocón.
NO pierdas el control ni te enfades
con tu hijo. Sería poco inteligente pensar que vas a ayudar a un niño pequeño a
ganar control sobre sus emociones perdiendo las tuyas. Enfadarte sólo va a
asustar o violentar más al niño haciendo que su frustración aumente y la
rabieta empeore.
NO agarres o sujetes al niño. Los
gritos y las pataletas son la manera natural que tiene el cerebro del niño
de descargar la tensión emocional y calmarse. Si intentas sujetarle
estarás impidiendo el mecanismo natural de descarga y sólo conseguirás que el
niño se frustre y enfurezca más.
SI puedes dejarle
espacio y tiempo para que se exprese libremente. En ningún caso se trata de
ignorarlo; debemos estar presentes, cerca suyo para que sepa que estamos a su
lado y que nos importa cómo se siente. La rabieta no es un chantaje sino un
problema que tiene el niño y, aunque intentar controlarlo o sujetarlo no
funciona, debemos permanecer a su lado. Darle la espalda sólo hará que se ponga
más nervioso.
NO atosigues al niño y le pidas que
se calme una y otra vez. Si sigue muy enfurruñado posiblemente necesite más
tiempo.
NO le hagas pasar vergüenza con
frases como…”El señor de la tienda te está mirando”, “Qué feo estás cuando te
enfadas” o “Mira lo tranquilo que está tu hermano”. Las comparaciones sólo
conseguirán frustrar más al pequeño.
SI puedes reflejar
su frustración y enfado utilizando la empatía. Frases como: “Te apetecía mucho
esa piruleta”, “Vaya, te has enfadado mucho, ¿verdad?” funcionan, porque lejos
de hacerle sentir peor le ayudan a sentirse comprendido y, a comprenderse a sí
mismo. Puedes dejar caer dos o tres comentarios empáticos; no conviene insistir
o repetir estas frases constantemente, porque el niño se puede sentir
manipulado, pero utilizarlo con cautela es una de las mejores herramientas para
ayudar al niño a subir los escalones que van de la frustración a la
tranquilidad. Yo los utilizo siempre y los resultados son desde buenos a
excelentes. Puedes aprender a utilizar respuestas empáticas y así mejorar
tu capacidad para calmar y comprender a los niños.
SI puedes ayudar al
niño a plantearse nuevas alternativas. Al cerebro del niño le cuesta ser
flexible y salir de su propio enfoque y eso hace que lo vean todo más
negro de lo que realmente es. Por eso, escuchar frases como “Podemos comprar la
piruleta este fin de semana” o “¿Te apetece que te lleve a
caballito?” pueden ayudar al niño ver la luz al final del túnel.
SI puedes
permanecer cerca de él y dejar que se agarre a tu pierna (si así lo desea) o
incluso tomarlo en brazos cuando el niño esté algo más calmado y siempre que
quiera o acepte que le sujetes o le abraces. A veces los niños más enrabietados
piden que sus padres le tomen en brazos y sus padres les niegan el abrazo
pensando que es otro capricho o no se merecen el abrazo hasta estar más
calmados. Sin embargo, el abrazo es una petición de socorro para intentar unir
los cables que la rabieta ha cortocircuitado, y dar un abrazo, si el niño lo
pide o se deja es tremendamente útil (de hecho la mayoría de las rabietas de
mis hijos suelen acabar con algún tipo de abrazo).
Espero que la próxima vez que vuestros hijos entren en barrena, en lugar de
perder la calma os acordéis de estas pautas y os ayude a recobrar los mandos.
Si os resultan de ayuda (seguro que sí) compartid este post para que muchos
otros niños se sientan también comprendidos.
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del
niño explicado a los padres“
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