Buenas noches.... y que tengáis una buena semana....
Buscando entre los artículos que tengo guardados me he topado con este que creo que aunque algunos no seáis maestros o profesores, también puede venir muy bien en vuestro papel de Padres como educadores, aunque pensándolo bien, todos hemos sido Maestros en algún momento.
cesa Bona es un reconocidísimo Maestro y como tal nos da sus impresiones en este pequeño artículo. Al final de él también podréis encontrar otro artículo, que no tiene ningún desperdicio.
César Bona, uno
de los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize, el llamado
Premio Nobel de los profesores, asegura que sus alumnos le enseñan más a él y
que todos los niños son extraordinarios si además de conocimiento se les educa
en valores como la empatía, sensibilidad y resiliencia
“La educación debe estar por
encima de todos los gobiernos y de las ideologías”. Esa es una de las máximas
de César Bona, uno de los 50 mejores maestros del mundo según el Global Teacher
Prize, el llamado Premio Nobel de los profesores. Bona cree que cada niño es un
universo y que todos son extraordinarios, con un talento especial. Tan solo es
cuestión de descubrirlo y sacarlo. Esa es la principal misión de un maestro,
según Bona, quien ha desgranado en una conferencia en Vitoria las claves de su
libro La nueva educación. Los
retos y desafíos de un maestro de hoy.
Para Bona, ser maestro no implica
encajonar a los alumnos dentro de un plan de estudios y obligar a seguir los
contenidos que puede establecer el currículo educativo de una manera
inflexible. “Los educadores deben adaptarse a los niños y no al revés. Hay que
motivarles y estimular su creatividad para que hagan que este mundo sea mejor.
Los niños no son solo los adultos del mañana: son habitantes del presente.
Subestimamos constantemente a los niños y su creatividad, pero todos tienen un
talento; solo hay que saber abrir la puerta para que lo saquen. Y ahí es donde
intervenimos los maestros, viendo lo que los demás son incapaces de ver”.
La característica que debe definir a un
maestro (entendido como el educador que enseña a niños desde Primaria hasta la
universidad) es, sobre todo, actitud. “El maestro tiene que ser cada día un
ejemplo para sus alumnos, debe ofrecer su mejor versión para así obtener lo
mejor de los niños. Los profesores tienen que ser los primeros en dar el máximo
y no poner como excusa de sus posibles limitaciones al sistema. Los docentes
somos los primeros en ponernos límites”.
Valentía, mente abierta, humildad,
curiosidad y amar el medio ambiente son otros de los rasgos que deben adornar a
los docentes. “El maestro es alguien que debe inspirar para la vida. Yo no hago
nada extraordinario en el aula, solo me divierto y aplico el sentido común.
Debemos educar en proyectos y experimentar, sin miedo a lo que digan los
inspectores”
Para Bona, el gran reto de la educación
es hacer a los niños “mejores individual y colectivamente”, pero no más
competitivos. “Cuando llegas a un colegio conflictivo como maestro tienes dos
opciones: o deprimirte o tomar los problemas como retos. Eso es lo que me paso
en mi primera experiencia, en un colegio ubicado en un barrio conflictivo de
Zaragoza. Todo cambió cuando les propuse a los alumnos que me enseñaran lo que
les gustaba lo que sabían hacer. Se convirtieron en maestros del maestro”.
La carga de los deberes
Bona cree que si un maestro cree que
algo es bueno para sus alumnos debe hacerlo, “aunque alguien diga lo contrario.
Los obstáculos y la incomprensión que se va a encontrar para poner en marcha
nuevos proyectos pueden ser muy grandes, pero es fundamental perseverar”.
El tema de cuánto tiempo deben dedicar
los niños a los deberes es uno de los debates recurrentes en educación. “Si se
carga a los niños con deberes, ¿con qué motivación van al día siguiente a la
escuela?”, se pregunta Bona, quien subraya la idea de que “los niños no tienen
opción de dejar los estudios. Por eso tenemos que lograr que les guste ir a la
escuela. Si después de un día largo en el colegio, salen y se encuentran con
más deberes los estímulos decaen. Debe haber tiempo para todo”. Por ejemplo, para
la lectura, pero no impuesta. “La lectura es un placer, pero se ha convertido
en una obligación para los niños. Cuando a mí me obligaban a leer un libro y
después hablar de él perdía su atractivo”.
Sobre la idea de si hay que pagar a los
profesores en función del éxito o el fracaso escolar de los centros, Bona es
contundente. “Yo cobraría lo mismo porque lo importante es el factor humano por
encima de los números. Da igual la educación que recibas, las buenas notas que
saques si no sabes respetar al que tienes a tu lado”.
Sobre los castigos, también tiene claro
lo que hay que hacer. “En mis primeros años he castigado a muchos niños como
maestro y no ha funcionado; solo ha servido para proyectar mi frustración. Hay
que hablar con ellos, empatizar y convencerles de que pueden ser un ejemplo
para los demás”.
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