Pocos comentarios os hago sobre esta artículo, tan sólo os animo a qué lo leáis..... luego ya que cada actúe y opine como quiera......
No sé quien es, pero felicito desde este humilde blog a Mar Muñiz por sus reflexiones.
¿Se nos han ido de las
manos los cumples?
Los cumpleaños infantiles son a menudo un
quebradero de cabeza para los padres. Mientras ellos, 30 años antes, invitaban
con suerte a cuatro amigos a tomar unos sangüis y una Fanta de naranja en casa,
hoy se ven en el brete de organizar unos fiestones que se comunican a
otros niños con invitación personal. Entre la reunión familiar, los
compañeros del colegio y los amigos, fácilmente se ocupan tres días. La
cartera, por cierto, se queda tiritando. Además, ahora los compromisos adquiridos
son tales que, por problemas de espacio, es prácticamente imposible que la
celebración sea doméstica.
Si la efeméride es en verano, los parques
al aire libre son una buena alternativa, pero para los meses invernales muchas
familias terminan por rascarse el bolsillo y buscar soluciones en centros de
ocio infantil.
MÁS QUE PARQUES DE BOLAS
En los últimos años, la tradicional
apuesta por los parques de bolas se ha ido haciendo cada vez más sofisticada y las
propuestas para festejar a un cumpleañero no tienen fin. Aunque existe la
posibilidad de alquilar sólo una sala acondicionada para la reunión como son 'Casa
de fieras' o 'Salsareta',
lo más frecuente es contratar fiestas completas, con animación y comida
incluidas. Suelen rondar las dos horas de duración y se puede hacer de todo,
previo pago de su importe. Este amplio catálogo de opciones se resume,
grosso modo, en una actividad lúdica a la que se añade merienda y tarta.
Las empresas del sector se especializan y, entre otros, proliferan los
cumpleaños científicos, con obots, experimentos, paleontología,mundo submarino...; los de multiaventura,
con gyncanas, tirolinas y karting; los de cocina, muy de moda entre los
pequeños; de belleza, con maquillaje y karaoke; en el cine, donde ver el
último estreno;en la bolera;en inglés; y tematizados en la selva, en el espacio, en
el mar, etc. Traducido a dinero, la cuenta sube a entre 10 y 25 euros por
niño. Con una media de 10 invitados, la multiplicación es sencilla.
Hasta aquí, la logística y las facturas.
Pero detrás de la fiesta de turno, hay más cera que la que arde. Por ejemplo: ¿necesitan
los niños esa sofisticación?
"Los adultos tenemos muchas más cosas
de las que necesitamos y seguimos la misma dinámica con los niños, no sólo en
los cumpleaños o en Navidad, sino casi a diario, independientemente de sus logros
o esfuerzos", dice la psicóloga infantil Maribel Gámez.
Hay familias que no pueden o no quieren
participar de estos dispendios. En esos casos, "es fundamental decir no
a un niño, de modo firme y consciente, y si la fiesta no está dentro de las
posibilidades familiares, los niños valorarán más la imaginación y la
creatividad que el dinero", explica la también psicóloga Ana Corbalán.
De hecho, para Gámez, "tolerar la frustración es probablemente el
aprendizaje más valioso que pueden proporcionarle unos padres a su hijo".
EL PAPEL DE LOS COLEGIOS
Los que hoy son padres de niños pequeños
llevaban al cole el día señalado una bolsa de caramelos para repartir entre sus
compañeros. Uno o dos para cada uno, se cantaba el cumpleaños feliz y ya está. Ahora,
por lo general, hay más festejo, sobre todo en los primeros años. Los
colegios, de puertas para adentro, regulan en materia alimentaria (si se
permite o no llevar chuches, productos caseros o sólo envasados con etiqueta
para evitar intoxicaciones y alergias) y organizativa (algunos hacen pequeñas
fiestas y regalan manualidades hechas entre todos).
De puertas para afuera, lo común
es que reine la autogestión entre los padres, excepto en el reparto de
invitaciones: si no se convoca a la clase entera, los profesores piden que se
entreguen fuera del colegio. Marta Capillas, madre de una niña de seis años,
explica la dinámica en su colegio: "Se agrupan varios niños y lo
celebramos en una piscina de bolas. Se invita a todos los compañeros de la
clase. Cada niño se paga su entrada al parque y los padres
organizadores compran de su bolsillo un regalo para su hijo de parte de la
clase".
Cuando un niño no es invitado a una
fiesta, "puede sentirse rechazado por sus compañeros", afirma Gámez. Si es una
situación repetida, la psicóloga recomienda investigar el grado de integración
del niño en su entorno y escucharle si se siente rechazado. "Es mejor ser
sincero con ellos y recoger sus emociones, antes que ocultarles una verdad de
la que se darán cuenta con el tiempo", concluye.
Sonia de Haro tiene dos hijas (de nueve y
cinco años). "Suelo tener un cumpleaños al mes. Entre las dos, irán a
unos 20 cada curso", admite. "En el caso de la pequeña, los
padres solemos poner cinco euros para hacer un regalo común de toda la clase",
explica.
SIN REGALOS
En otros centros, como el CEIP
Trabenco (Leganés, Madrid), la intervención del colegio es más decisiva: los
cumpleaños se festejan sólo en clase y nunca compran regalos, porque los
elaboran los propios niños. El objetivo es combatir el consumismo, no hacer
distingos entre compañeros y no duplicar festejos. Así, a las fiestas fuera del
colegio no se invita a compañeros.
Tana Oshima (madre de dos niños) ha vivido
en varias ciudades de EEUU. "En Palo Alto, por ejemplo, todo es muy discreto.
La comida que se ofrece suele ser sana y ecológica y es normal que los padres,
como gesto anticonsumista, te pidan que no lleves regalos", explica.
"Es muy distinto a cuando vivía en Manhattan, donde es común que
un sector de la población se gaste 1.000 dólares. Se celebran en gimnasios,
en escuelas de música, en tiendas donde fabricas tu propio peluche... en una
ocasión unos padres alquilaron una sala del Lincoln Center para una sesión
privada de un circo infantil de moda. Una locura", admite.
Escrito por MAR MUÑIZ 15/02/2017
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