Esta es una carta para todos los padres y todas las madres que vais al parque con vuestros hijos:
Si
ves a un niño que se comporta diferente al tuyo, calla, no preguntes, apoya,
intenta ayudar y sobre todo, RESPETA.
Paciente
de mi consulta. Madre de una niña con TEA:
·
¡Qué difícil está siendo todo! Ir al
parque, ver como grita a los niños y como estos acaban asustados mientras yo
les explico a las madres que le cuesta un poco relacionarse con los demás.
Ellas, como siempre, me preguntan: ¿No va a la guarde?
Sí va- contesto con un hilo de voz
mientras intento contener a mi hija. Pues qué raro que se comporte así…- me
contestan. Sonrisa amarga. Cojo a mi hija y vuelvo a casa.
Soy
pediatra desde hace más de diez años. Son muchas familias las que han pasado
por mis manos, por mis ojos y muchas de ellas por mi alma: Trastornos del
espectro autista (TEA), síndromes, enfermedades raras, enfermedades crónicas,
discapacidad, trastornos de comportamiento. Todos comparten un mismo sentir.
Todos piden a gritos algo: RESPETO.
Esta
madre no necesita consejos de parque. No necesita trucos, ni magia. No necesita
miradas inquisidoras, juicios de valor, ni cuchicheos varios. Tampoco necesita
palmaditas en la espalda. No necesita escuchar “ay pobre”, ni “qué pena”.
Esta
madre lo que necesita es descanso, relevo, apoyo y escucha… Esta madre, como el padre, necesita que entre todos
nosotros les hagamos la vida un poco más fácil. Nada más y nada menos. Es
simple: la vida un poco más fácil. Esta madre necesita
que, mirándole a los ojos, le repitamos : Lo estás haciendo bien, lo
estás haciendo bien, lo estás haciendo bien. Esta madre necesita que nadie
le haga sentirse culpable, que nadie vuelva a decir jamás que ha sobreprotegido
a su hija, que lo que le faltan son límites, que si la hubiese educado de otra
manera, no estaría así. Esta madre y este padre necesitan que entre todos
les digamos que son los mejores padres que ha podido tener su
hija.
Porque
madres como ellas jamás te contestarán a pie de tobogán. No te contarán sus
días, ni sus noches con una niña con TEA. No derramarán una sola lágrima frente
a ti, ni te darán más explicaciones que las imprescindibles.
Déjalo,
de verdad, déjalo. Calla. Acompáñales desde el amor y desde el respeto, nunca
desde la pena. Y no olvides que nadie está libre de que mañana o pasado mañana
o dentro de unos años seamos uno de nosotros o quizá uno de nuestros hijos, los
que estemos a pie de tobogán tragando saliva… A todos vosotros, padres y
madres que bajáis al parque todas las tardes con el único deseo de ver
disfrutar a vuestros hijos, os mando un abrazo inmenso.
“Sin
darnos cuenta en el inicio de este viaje, dibujamos el mapa de lo que va ser
nuestra nueva vida deseando ser padres perfectos, con hijos perfectos, llevando
vidas perfectas. Sin embargo nos
olvidamos que la vida se puede soñar, pero nunca dibujar sobre papel. Que la
vida improvisa y que por mucho que nosotros hayamos diseñado la perfecta hoja
de ruta, la vida seguirá su curso… su curso improvisado.
Y
en esa improvisación, un día cualquiera para muchos, inolvidable para ti, a tu
hijo le diagnostican una enfermedad, un síndrome o un trastorno. Y mientras al
resto de tus amigos les preocupa qué marca de sillita van a comprar para el
coche, a qué colegio le van a llevar o si apuntarle o no a inglés porque aún es
pequeño, a ti lo que te gustaría saber es si tu hijo va a tener alguna secuela,
si va a ver cómo ven el resto de los niños, si será autónomo, si se sentirá
diferente con el paso de los años, si sufrirá, en definitiva, si va a poder
llevar una vida normal.
Y
empiezas a vivir, a sentir y respirar en un mundo paralelo. Un mundo que tiene otra velocidad, otros
valores y otro sentido. Un mundo del que ya no podrás salir porque lo más
grande de tu vida, lo mejor de tu vida, habita en él”
Buenas
noches a todos.
Dra. Lucía Galán Bertrand. www.luciamipediatra.com
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