¿Qué es la dislexia?
Al hablar de dislexia hablamos de un síndrome
o conjunto de causas determinado, que se manifiesta como una dificultad para la
distinción y memorización de letras o grupos de letras, falta de orden y ritmo
en la colocación, mala estructuración de frases, etc.; que se hace patente
tanto en la lectura como en la escritura.
La dislexia es el efecto de múltiples causas,
que pueden agruparse en dos grupos. De una parte los factores
neurofisiológicos, por una maduración más lenta del sistema nervioso y de otra
los conflictos psíquicos, provocados por las presiones y tensiones del ambiente
en que se desenvuelve el niño.
Estos factores
llevan a la formación de grupos de problemas fundamentales, que se encuentran
en la mayor parte de los trastornos del disléxico, cuya gravedad e
interdependencia es distinta en cada individuo.
Por lo tanto,
la dislexia sería la manifestación de una serie de trastornos que en ocasiones
pueden presentarse de un modo global, aunque es más frecuente que aparezcan
algunos de ellos de forma aislada.
Los trastornos que más frecuentemente aparecen en los niños disléxicos
Características del niño disléxico
Los educadores debemos estar alerta si aparecen signos de una posible dislexia en el alumno
Niños de edades comprendidas entre los 4 y los 6 años
Niños de edades comprendidas entre los 6 y los 9 años
Niños mayores de 9 años
¿Cómo podemos ayudar a los alumnos disléxicos a superar el problema?
Los trastornos que más frecuentemente aparecen en los niños
disléxicos son:
– Mala
lateralización: La lateralidad es el proceso mediante el cual el niño va
desarrollando la preferencia o dominancia de un lado de su cuerpo sobre el
otro. Nos referimos a las manos y los pies. Si el predominio es del lado
derecho, es un sujeto diestro; si es del lado izquierdo, se denomina zurdo; y
si no se ha conseguido un dominio lateral en algunos de los lados, se llama
ambidiestro.
En general, la
lateralidad no está establecida antes de los 5 ó 6 años, aunque algunos niños
ya manifiestan un predominio lateral desde muy corta edad.
Los niños que
presentan alguna alteración en la evolución de su lateralidad, suelen llevar
asociados trastornos de organización en la visión del espacio y del lenguaje
que vienen a constituir el eje de la problemática del disléxico.
El mayor número
de casos disléxicos se da en los niños que no tienen un predominio lateral
definido. La lateralidad influye en la motricidad, de tal modo que un
niño con una lateralidad mal definida suele ser torpe a la hora de realizar
trabajos manuales y sus trazos gráficos suelen ser descoordinados.
–
Alteraciones de la psicomotricidad: Es muy frecuente que los niños
disléxicos, con o sin problemas de lateralidad, presenten alguna alteración en
su psicomotricidad (relación entre las funciones motoras y psicológicas). Se
trata de inmadurez psico-motriz, es decir, torpeza general de movimientos. En
el niño disléxico estas anomalías no se dan aisladas, sino que acompañan al
resto de los trastornos específicos como:
–
Falta de ritmo: Que se pone de manifiesto tanto en la realización de
movimientos como en el lenguaje, con pausas mal colocadas, que se harán
patentes en la lectura y en la escritura.
–
Falta de equilibrio: suelen presentar dificultades para mantener el
equilibrio estático y dinámico. Por ejemplo, les cuesta mantenerse sobre un
pie, saltar, montar en bicicleta, marchar sobre una línea, etc.
–
Conocimiento deficiente del esquema corporal: Muy unido a la determinación
de la lateralidad y a la psicomotricidad está el conocimiento del esquema
corporal y sobre todo la distinción de derecha-izquierda, referida al propio
cuerpo. Así el niño diestro (normalmente escribe, come, etc. con la mano
derecha) y el zurdo (escribe, come…con la izquierda) tienen su mano derecha e
izquierda, respectivamente, como puntos de referencia fundamentales sobre los
que basar su orientación espacial. El niño mal lateralizado, al poseer una
imagen corporal deficiente, carece de los puntos de referencia precisos para su
correcta orientación. El cuerpo sitúa al sujeto en el espacio y es a partir del
cuerpo como se establecen todos los puntos de referencia por medio de los
cuales se organiza toda actividad.
–
Trastornos perceptivos: Toda la percepción espacial está cimentada sobre
la estructura fundamental del conocimiento del cuerpo. Se sitúan los objetos
teniendo en cuenta que la posición del espacio es relativa, una calle no tiene
realmente ni derecha ni izquierda, dependiendo ésta de la posición donde esté
situada la persona.
También el
concepto que tenga de arriba-abajo, delante-detrás, referido a sí mismo, lo
proyectará en su conocimiento de las relaciones espaciales en general.
Del mismo modo,
en la lectura y la escritura, el niño tiene que fundamentarse en sus
coordenadas arriba-abajo, derecha-izquierda, delante-detrás; y plasmarlas en la
hoja de papel y en la dirección y forma de cada signo representado. El niño que
no distinga bien arriba-abajo tendrá dificultades para diferenciar las letras.
Características del niño disléxico
– Falta
de atención. Debido al esfuerzo intelectual que tienen que realizar para
superar sus dificultades perceptivas específicas, suelen presentar un alto
grado de fatigabilidad. Por esta causa los aprendizajes de lectura y escritura
le resultan áridos, sin interés, no encontrando en ellos ningún atractivo que
reclame su atención.
–
Desinterés por el estudio. La falta de atención, unida a un medio
familiar y escolar poco estimulantes, hacen que se desinteresen por las tareas
escolares. Así, su rendimiento y calificaciones escolares son bajos.
–
Inadaptación personal. El niño disléxico, al no orientarse bien en
el espacio y en el tiempo, se encuentra sin puntos de referencia o de apoyo,
presentando en consecuencia inseguridad y falta de estabilidad en sus
reacciones. Como mecanismo de compensación, tiene una excesiva confianza en sí
mismo e incluso vanidad, que le lleva a defender sus opiniones a ultranza.
Los educadores debemos estar alerta si aparecen signos de una
posible dislexia en el alumno.
La dislexia se
manifiesta de una forma más concreta en el ámbito escolar, en las materias
básicas de lectura y escritura. Según la edad del niño, la dislexia presenta
unas características determinadas que se pueden agrupar en tres niveles de
evolución. De modo que aunque el niño disléxico supere las dificultades de un
nivel, se encuentra con las propias del siguiente. De esta forma, la
reeducación hará que éstas aparezcan cada vez más atenuadas o que incluso
lleguen a desaparecer con la rehabilitación. A continuación realizamos un
análisis de las alteraciones por edad de aparición en el niño.
Niños de edades comprendidas entre los 4 y los 6 años
Esta etapa
coincide con la etapa preescolar. Los niños están iniciándose en la escritura y
en la lectura, pero como no se ha producido la adquisición total de éstas, los
trastornos que presenten serán una predisposición a la dislexia y se harán
patentes en el próximo nivel o en edades más avanzadas.
Las
alteraciones se manifiestan más bien en el área del lenguaje, dentro de éstas
podemos destacar:
– Supresión de fonemas,
por ejemplo “bazo” por “brazo”, o “e perro” por ” el perrro”.
– Confusión de fonemas,
por ejemplo “bile” por “dile”.
– Pobreza de vocabulario y
de expresión junto con una comprensión verbal baja.
– Inversiones, que pueden
ser fonemas dentro de una sílaba, o de sílabas dentro de una palabra. Por
ejemplo: “pardo” por “prado”y “cacheta” por “chaqueta”.
– Mala estructuración del
conocimiento del esquema corporal.
– Dificultad para
distinguir colores, tamaños, formas…
– Torpeza motriz con poca
habilidad para los ejercicios manuales y para realizar la escritura
Niños de edades comprendidas entre los 6 y los 9 años
En este periodo
la lectura y la escritura ya deben estar adquiridas por el niño con un cierto
dominio y agilidad. Es en esta etapa donde el niño disléxico se encuentra con
más dificultades y pone más de manifiesto su trastorno.
Las
manifestaciones más corrientes en este periodo son:
– Confusiones sobre todo
en aquellas letras que tienen una similitud En su forma y en su sonido, por
ejemplo : “d” por “b”; “p” por “q”; “b” por “g”; “u” por “n”; “g” por “p”; “d”
por “p”.
– Dificultad para aprender
palabras nuevas.
– Inversiones en el cambio
de orden de las letras, por ejemplo “amam” por “mama”; “barzo” por “brazo”;
“drala” por “ladra”.
– Omisión o supresión de
letras, por ejemplo “árbo” por “árbol”.
– Sustitución de una
palabra por otra que empieza por la misma sílaba o tiene sonido parecido, por
ejemplo: “lagarto” por “letardo”.
– Falta de ritmo en la
lectura, saltos de línea o repetición de la misma.
– En la escritura sus
alteraciones principales son en letras sueltas:
– En una fase más avanzada,
cuando escribe comienza a hacerlo por la derecha y termina la palabra o frase
por la izquierda, y sólo es legible si leemos la cuartilla con un espejo, con
la consiguiente alteración en la colocación de las líneas
– Mezcla de letras minúsculas
y mayúsculas.
Niños mayores de 9 años
En ellos, las
alteraciones más frecuentes son las siguientes:
– En el lenguaje tienen
dificultades para construir frases correctamente, y conjugar los tiempos de los
verbos.
– La comprensión y la
expresión son bajas para su capacidad mental.
– La lectura suele ser
mecánica, lo que les hace tener poco gusto por la lectura, debido al esfuerzo
del niño en centrarse en descifrar palabras, sin atender al significado de las
mismas.
– Presentan dificultades
para manejar el diccionario.
– En la escritura es
frecuente el agarrotamiento y cansancio muscular. La caligrafía es irregular y
poco elaborada.
¿Cómo podemos ayudar a los
alumnos disléxicos a superar el problema?
El diagnóstico y la prevención deben empezar lo antes posible, desde el momento en que se observen las primeras anomalías. De este modo se evitan muchos problemas de inadaptación escolar y personal. Aunque la intervención se haga tempranamente, no se eliminan por completo las alteraciones, sino que en la mayoría de los casos hay que ir saliendo al paso de las dificultades que se van presentando, por lo que es aconsejable continuar con una tratamiento de mantenimiento.
El diagnóstico y la prevención deben empezar lo antes posible, desde el momento en que se observen las primeras anomalías. De este modo se evitan muchos problemas de inadaptación escolar y personal. Aunque la intervención se haga tempranamente, no se eliminan por completo las alteraciones, sino que en la mayoría de los casos hay que ir saliendo al paso de las dificultades que se van presentando, por lo que es aconsejable continuar con una tratamiento de mantenimiento.
El plan de
recuperación en edad escolar está centrado en el área del lenguaje y en la
inmadurez perceptiva y manual. Las actividades abarcan los siguientes aspectos:
– Ejercicios de
actividad mental: de atención y memoria, organizar y ordenar elementos,
observar y distinguir unos objetos de otros.
– Ejercicios
perceptivos y manuales: reconocer y agrupar objetos según el color, según el
tamaño y la forma.
– Ejercicios para la
adquisición del conocimiento de su propio cuerpo.
– Ejercicios de equilibrio
estático: mantenerse sobre un pie, mantenerse de puntillas, etc.
– Ejercicios de
equilibrio dinámico: saltar sobre dos pies, saltar con un pie, etc
– Ejercicios
espaciales (abajo-arriba, delante-detrás, etc.)
– Ejercicios de
lenguaje: nombrar y definir objetos, dibujos, contar cuentos.
– Ejercicios para
conocer su propio cuerpo: señalar partes del cuerpo, decirlas por su nombre,
etc.
– Ejercicios de
lectura y pre-escritura, son ejercicios que ayudan a seguir el movimiento y
reconocimiento de las letras, en este nivel se ejercita el aprendizaje de las
vocales, consonantes y de los números. Para conseguirlo, además de los
ejercicios de caligrafía, se utilizan las actividades con plastilina, pintura
de dedos, recortado de figuras, picado, etc.
Todos estos ejercicios de
rehabilitación del niño disléxico deben aumentar su complejidad en función de
la edad cronológica del niño, y estimular y adquirir aquellos aprendizajes en
donde se haya quedado estancado.
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